Hay asesinos cuyo problema es un complejo de Edipo mal resuelto. Lo hemos visto a menudo entre los terroristas de ETA, esas madres que jamás tuvieron un gesto de piedad hacia las víctimas de sus hijos, un sentimiento de horror por haber sido el vientre en que se gestó la bestia. Pero este asunto no es privativo de las madres de los terroristas vascos. Hablábamos ayer de Mariana Huidobro, hija de un almirante golpista de Chile que sintió la necesidad de expiar la culpa que había heredado de su padre lavando los crímenes de Rodrigo Lanza, su hijo
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