El arzobispo emérito de Burgos, Fidel Herráez, tras presentar su renuncia al Papa y ser sustituido al frente del arzobispado por Mario Iceta, se ha quedado a vivir en la diócesis. Pero no en el seminario ni en la casa sacerdotal, que cuenta con un amplio apartamento donde residieron otros obispos jubilados, sino en un enorme palacete antiguo de 1900, que le costó 300.000 euros a la diócesis y otros 180.000 más en reformas.
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