Berto podía conseguir un empleo, evitar que te cobraran una multa, dar una subvención sin tener que cumplir con engorrosos trámites, permitir a un familiar que construyera en un espacio protegido un chalet de dos plantas con la licencia para hacer un establo... El exalcalde gobernaba con generosidad hacia quienes le adoraban y sin clemencia a aquello que se mostraban críticos. Todo eso y algo más es lo que se sienta en el banquillo bajo el nombre de Bertismo.
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