Desde que, en 2006, se midieron valores máximos del agujero de ozono, las predicciones poco menos que apocalípticas de unos años antes casi han desaparecido. El agujero se distingue mediante los tonos azules y violáceos, en las esferas terráqueas incluidas en la parte superior del gráfico. La reducción en la superficie no es que pueda apreciarse de forma muy evidente. A pesar de que la tendencia es consistente, el horizonte de recuperación total del agujero se encuentra todavía a unos treinta años.
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