Una nueva investigación ha señalado que, en la actualidad, se están dando las mismas circunstancias que hace 10.000 años, cuando el Ártico se calentó después de la última gran glaciación, y creó las condiciones perfectas para la sequía. El calentamiento del Ártico debilita la diferencia de temperatura entre los trópicos y los polos. Esto, a su vez, resulta en menos precipitaciones, y ciclones y flujos de viento de oeste más débiles. El conjunto de factores desemboca en una sequía prolongada.
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