La limitación al alquiler sigue su curso pese a las críticas de buena parte del sector inmobiliario, especialmente de los propietarios. Entre los argumentos que los detractores ponen encima de la mesa se encuentra la experiencia en otras ciudades europeas como París y Berlín, donde se ha constatado el fracaso de intervenir los precios: el número de pisos en alquiler ha descendido, la renta media se ha encarecido y se ha fomentado un mercado negro entre caseros e inquilinos.
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