España destina cada año más de 60.000 millones de euros a ayudas fiscales (un coste similar a toda la recaudación anual del IVA o del IRPF) que en muchos casos tienen un efecto nulo, o incluso negativo, en la redistribución de rentas. La realidad es que estos beneficios se concentran en las rentas altas y las grandes empresas, de modo que son los grandes beneficiarios. Por el contrario, los resultados en la lucha contra la desigualdad son escasos y poco eficientes.
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