Las empresas tecnológicas suelen tener un producto que todo el mundo en el sector insiste que es el futuro cada dos o tres años, antes de caer rápidamente en el olvido. El volumen de capital físico en servidores y hardware con la inteligencia artificial, así como las mareantes cifras invertidas, ponen esta en particular en una escala solo comparable a las puntocom de finales del siglo XX. La internet que conocemos, esa fuerza dominante de nuestra economía y sociedad, está construida sobre las cenizas de la burbuja de las .com.
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