El Banco Central Europeo (BCE) vuelve a toparse con un enemigo inesperado a la hora de transmitir su política monetaria. Los mercados (a través de las decisiones de los inversores) están flexibilizando las condiciones financieras más de lo que le gustaría al BCE. Esto podría tener un impacto no deseado en la economía y la propia inflación. Si los mercados anticipan recortes de tipos inminentes, el interés de los bonos, del euríbor y en última instancia del crédito bancario podría reducirse generando el impacto opuesto que desea el BCE.
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