Cada vez me cuesta más decir lo que pienso. No por miedo a toda esa barahúnda de cabreados que se ofenden por lo que digo o lo que no digo. Me cuesta porque empiezo a no saber qué demonios pienso. Dónde está el bien y donde está el mal. Si lo que digo ayuda o descalabra. Si aporto ruido o apor...
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