El trabajo de agente encubierto es, posiblemente, uno de los más peligrosos y aterradores al que una persona se pueda dedicar. Te dejan solo en los lugares más hostiles para infiltrarte en las organizaciones criminales más violentas y paranoicas, sometido a la inmensa presión de tener que extraer información sin acabar brutalmente asesinado. Sin olvidar el turbio trasfondo ético en el que te mueves constantemente: esa delgada línea entre engatusar a delincuentes para que revelen sus planes más sórdidos y tenderles una trampa...
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