La histórica ola de calor de este verano está haciendo más cara la vida de los conductores estadounidenses. A pesar de que la inflación se enfría en la mayor parte de la economía, los precios de la gasolina han subido a máximos de nueve meses esta semana. El calor extremo está contribuyendo a este aumento de precios no deseado. El problema es que las refinerías, como los humanos, no pueden manejar las temperaturas sofocantes persistentes.
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