La bala le atravesó la cabeza. Literalmente. Entró por el lado derecho de la cara y salió por la oreja izquierda. En el camino, le destrozó la mandíbula –tiene instaladas tres placas de metal y aun así le cuesta hablar– y lo ha dejado sordo de un oído. Pero ha vivido para contarlo y no sufre lesión alguna en el cerebro.
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