Nuestra condición humana (para la inmensa mayoría) hace removernos ante cualquier tipo de crimen. Aún más cuando los asesinos se niegan a desvelar el paradero, el cuerpo del fallecido no se localiza y no se le puede dar sepultura. Es una reacción lógica. En cambio, cuando en un debate se recuerda a miles de españoles que permanecen en fosas de la Guerra Civil sin identificar, el tema comienza a crear ampollas o se silencia de forma cómplice y sepulcral.
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