No se puede ocultar que llegamos a este ciclo electoral en medio de un clima de aguda desconfianza hacia la política y las instituciones. Motivos no faltan, especialmente si tenemos presente la demostrada incapacidad de las fuerzas políticas para llegar a los acuerdos necesarios para el buen funcionamiento de las instituciones. Como también contribuye a este clima de desconfianza la imagen proyectada por los actores políticos de estar prioritariamente centrados en las batallas partidistas, en juegos tacticistas o en oposiciones sin matices.
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