El 1 de julio de 2020 comenzó la Ley de Alquileres, el origen de todas las penurias que pasaron no solo inquilinos, que no conseguían vivienda, sino también los propietarios, que tenían condiciones incumplibles por parte de los inquilinos. Con la segunda ley pretendían modificar los desastres que habían hecho con la primera, pero fue como echar más nafta al fuego y la oferta quedó en cero. Ahora la derogación ha puesto miles de pisos en el mercado y más libertad para negociar contratos, lo que hace que empiecen a bajar un 20% los precios.
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