La fuerza del viento que azota las ciudades de la provincia del Cabo Oriental, en Sudáfrica, es capaz de generar energía. Pero en un día seco y caluroso, esos vientos pueden acumular brasas y verterlas en la sabana y el bosque, secos como yesca, y destrozar cosechas, forrajes y hogares, además de cobrarse vidas. Los incendios forestales crean sus propios sistemas meteorológicos y generan tormentas de fuego con efectos devastadores.
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