Algo no va bien cuando es el alcalde el que elige a los vecinos. Tanto chirría una situación de ese tipo, que el edil puede acabar condenado por un delito electoral, como le ha ocurrido este lunes a Francisco Pardillos Marín, del Par, que ha confesado cómo unos meses antes de las municipales de mayo de 2015, en las que revalidó la alcaldía a la que había accedido tras ser inhabilitado por prevaricación su primo Jesús, aprobó el empadronamiento de once parientes, amigos y empleados en Manchones (Zaragoza).
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