El aire del metro de las estaciones subterraneas está mucho más cargado de partículas finas que el aire exterior - incluso a proximidad del tráfico de carretera - y que el aire de las viviendas. Las partículas provienen sobre todo de la actividad ferroviaria en si misma. El contacto de las ruedas de los vagones sobre los railes, el frenado de tren/metro en particular da lugar a fricciones intensas. Los picos alcazan los 1.000 µg/m3 de partículas finas (inferiores a 10 micrometros) contra 25 a 30 ug/m3 del aire exterior.
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