Phillip Clay fue adoptado por una familia estadounidense de Filadelfia cuando tenía ocho años de edad. Veintinueve años después, en 2012, después de muchos arrestos y con problemas de drogadicción, lo deportaron a su país de origen, Corea del Sur. No sabía hablar el idioma, no conocía a nadie y no recibió el apoyo necesario para tratar sus problemas de salud mental, que incluían un desorden bipolar y el abuso de drogas y alcohol. Clay se suicidó el 21 de mayo, al saltar del piso 14 de un edificio de departamentos al norte de Seúl. Tenía 42 año
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