Desde hace años, las vacas lecheras, blancas con manchas negras, no suelen tener cuernos. Para los ganaderos, esa prolongación ósea es un problema. La solución es bastante dolorosa para los bóvidos, ya que consiste en el descornado, es decir, quemar los cuernos que empiezan a brotar con un hierro incandescente. Una solución menos cruenta la proveyó hace tres años una compañía biotecnológica estadounidense llamada Recombinetics y consiste en la edición genética para sustituir una secuencia concreta de ADN con otra.
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