La escena era muy básica: el director del colegio entraba en un gimnasio en el que se encontraban varios alumnos, enseñaba un preservativo y preguntaba quién era su dueño. Los chavales se miraban entre ellos y finalmente uno se levantaba confesando que era suyo. Acto seguido lo hacía otro de los chicos. Y después una chica. Y así toda la clase. El spot se cerraba con uno de los eslóganes más famosos de la historia de la publicidad en España: “Póntelo, pónselo”.
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