Rusia se asoma al final de la era del llamado petróleo fácil, extraído a bajo coste y vendido a precios altos, y con ello peligra aún más el actual modelo socioeconómico ruso, sostenido durante años por ingentes beneficios obtenidos de la exportación de la energía.
El propio Gobierno ruso ha reconocido que la extracción del oro negro caerá desde los 526 millones de toneladas del año pasado hasta las 476 en 2035, sobre todo por el agotamiento de los yacimientos tradicionales.
Mientras, los bajos precios de los hidrocarburos, las sanciones de Occidente a Moscú y no en menor medida la ineficiencia de los grandes monopolios rusos amenazan los proyectos del "petróleo del futuro", de difícil acceso, indicó a Efe Mijail Krutijin, experto de la consultoría energética rusa "RusEnergy".