Han determinado que los romanos no solo usaban cal hidratada, como se pensaba, sino también cal viva, en un proceso que han bautizado como “mezcla en caliente”. Este procedimiento consistía en mezclar cal viva directamente con pozzolana (una ceniza volcánica) y agua a altas temperaturas, en lugar de utilizar cal previamente apagada. ¿El resultado? Una mezcla con propiedades que le permiten reaccionar con el ambiente, actuando como un material vivo y que, al entrar en contacto con agua, rellena sus propias grietas.