Espérame
cuando vistas tu soledad de gala
para celebrar lo que nunca vuelve,
cuando sientas el golpe en la garganta
del llanto incontrolado,
cuando un vuelo bajo te haga rozar
las hojas del otoño,
cuando apenas el aliento te sirva
para decir mi nombre,
espérame.
Porque yo sabré entrar sin hacer ruido
y sacar de tu pecho un horizonte.
Alejandro Pedregosa, “En la inútil frontera”