Ocurrió en torno a las siete de la mañana del 27 de diciembre, cuando un pequeño grupo de viajeros esperaban que llegase su tren en el andén número 1, el más cercano al edificio principal de la estación. El zorro salió de la oscuridad de las vías y se puso a caminar por el andén. No solo no parecía importarle gran cosa que hubiese gente, sino que incluso se acercó a ellos. En su paseo entre los viajeros llegó a asomarse incluso a una de las oficinas de la estación, en la que en ese momento estaban trabajando varios ferroviarios.
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