Beyoncé renace en su nuevo trabajo. Vuelve de otro planeta con más fuerza que nunca, en todo su esplendor de “superestrella alienígena” (así se llama una de las canciones, Alien Superstar), montada a lomos de un caballo que brilla como una bola de espejos (con ello nos da una pista de por dónde van los tiros) y mostrando con un desnudo casi integral ese voluptuoso cuerpo que ha sido objeto de deseo de la humanidad entera desde hace veinte años.
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