Desde que la revolución industrial estandarizada horarios e impusiera jornadas laborales estables y regulares, la mayor parte de la humanidad comparte patrones de sueño y trabajo. Descansamos durante las horas nocturnas, nos ganamos nuestro salario durante la mañana y parte de la tarde y nos dedicamos al ocio y al placer personal durante las últimas horas del día. Ahora bien, el tiempo que cada país dedica a una y otra actividad, pese a las similitudes, varía enormemente.
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