Había una vez un planeta donde ser mujer era mucho más caro que ser hombre. Las mujeres eran rosas y los hombres, azules. El color rosa se había convertido en una amenaza para el bolsillo. Las damas pagaban más que los varones por comprar una maquinilla de afeitar, un Kinder Sorpresa o un boli Bic. Los precios femeninos, más altos que los del mismo producto dirigido a hombres, resultaban aún más caros porque las mujeres, por lo general, cobraban menos que los varones.
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