"Yo pensaba que el mejor sitio para encontrar chicas desesperadas era una discoteca a las 6 de las madrugada. Hasta que descubrí los tanatorios". Las palabras son de Josema Olañeta, un joven entusiasta de la nueva práctica de ir a ligar a los tanatorios, conocida por el nombre de Ligor Mortis. De negro impoluto, armado con un arsenal de ingeniosas frases de condolencia y con el pene más tieso que el brazo del muerto, Josema se dirige a un velatorio al azar para conocer chicas.
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