Cuando éramos pequeños, nuestros padres insistían en que, monedita a monedita, llegaríamos a ahorrar lo suficiente como para comprar todo lo que deseábamos. Nunca los creímos, y sin embargo, según demuestran las cifras, era cierto. O si no, ¿cómo se explica que en la Fontana di Trevi se recojan cada semana la friolera de casi 14.000 euros?
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