Helen Stephens no era una señorita. A los diecisiete años, con su impresionante 1,80, aquella chica parecía salida de una novela de John Steinbeck. En el rancho de sus padres en Missouri aprendió a manejar el rifle desde muy pequeña y lo utilizaba sobre todo para cazar conejos. De aspecto rural y poco refinado, Stephens se acostumbró a competir jugando al baloncesto y corriendo con los otros chicos de su edad.
|
etiquetas: atletismo , juegos olímpicos