La desastrosa deriva de Los Simpson no es ningún secreto. La serie ideada por Matt Groening nació como una sitcom afilada e inteligente para, a la altura de su novena temporada, comenzar a derrapar y convertirse en un programa mucho menos interesante, uno que prefería amontonar los chistes y cameos mientras se olvidaba de construir tramas con alma. La culpa del evidente bajón de calidad la tuvieron productores como Mike Scully o Al Jean, gente que arruinó el espíritu original del programa al agarrar el timón creativo de la serie.
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