No hay trabajo perfecto, ni existe el jefe ideal, ni la empresa soñada. La frustración llega cuando uno se obsesiona con el puesto redondo y con la posibilidad de vivir en un paraíso profesional irreal. Quizá sería mejor que pensara en reinventar lo que ahora tiene. Incluso es posible que ya esté en el trabajo de sus sueños, pero tal vez no se ha enterado.
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