En un momento en el que en las escuelas de cocina todas las promociones salen deseando ser el próximo Massimo Bottura, muchos cocineros descartan trabajar en un restaurantes o el sueño de abrir uno propio. Motivos no les faltan: horarios infernales, sueldos bajos, alquileres imposibles… Pero hay una solución para seguir cocinando cuando hay ganas y no hay posibilidad de asumir el riesgo económico. Se llama alquilar un espacio en una cocina compartida, pensar platos en formato delivery y ponerse manos a la obra.
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