Dicen que la primera impresión es la que cuenta, que si te presentan a alguien y lo primero que sale de tu boca es una sandez, para esa persona serás un estúpido de por vida. ¿Pero qué pasa con la última impresión? ¿No debería ser aún más importante que la primera, ya que no habrá forma de enmendarla más adelante? Lamentablemente suele ser complicado saber cuándo va a ser la última ocasión que hablemos con alguien, cuándo vamos a poder pronunciar la frase definitiva con la que pasaremos a la historia.
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