Se llama Sergio. Tras acudir a las convivencias que organizan en conventos y colegios, fue tratado por un psiquiatra que le mandó medicación para controlar su deseo sexual. "Muchas de las personas que acuden a estas terapias acaban en el psiquiatra para que las mediquen. Quieren controlar los impulsos de la persona, la líbido y el deseo sexual. A mi me medicaron y me la tomé", confiesa.
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