Llegaron los 2000 y el nuevo siglo, y con ello el renacimiento de los caciques. ¿Qué mejor opción había en la España del ladrillo para invertir (o «reconvertir») ingentes cantidades de dinero? Pues si, que va a ser: Subir a un equipo a Segunda B o montar una promotora inmobiliaria aunque tus conocimientos de ambas cosas sean inexistentes. Lo mismo subías a un equipo murciano con unas pérdidas bestiales el año del ascenso, que un melonero te construía una urbanización de lujo. Todo valía. La clave era que la maquinaria no parase.
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