A menudo me preguntan si estoy casada. A veces miento y digo que sí. Otras veces miento y digo que no. Ninguna de las dos respuestas se siente como la honesta. Si digo que no estoy casada —lo que es verdad—, la gente en ocasiones intenta juntarme con su hijo o un conocido. Parecen creer que sería una gran nuera y, la verdad, lo sería: envío tarjetas de agradecimiento personalizadas; soy muy buena conversando; sé hornear pasteles. Conocí al hombre con el que estoy no-casada en la segunda semana de nuestra vida universitaria.
|
etiquetas: secreto , matrimonio , pareja , boda , compromiso