Andrés Pajarón empezó a caminar en París y acabó en Madrid. Llevaba más de cinco años fuera cuando decidió empaquetar sus cosas y volver a su ciudad. En Francia tenía un buen trabajo y un buen sueldo. Allí sí cumplían las expectativas del discurso oficial con el que habían estado jaleando a los milenials: ¡Nativos digitales, oh, yeah!, ¡la generación mejor preparada de la historia, eo ehhh! Aun así Pajarón echó a andar. No quería volver de sopetón y, por eso, dedicó 67 días a recorrer los 2.000 kilómetros que lo devolvieron a su país, España.