El caso de Jaime (nombre falso) es, por desgracia, cada vez más común en nuestro país. Ni sus amigos ni su familia saben exactamente cómo empezó. La transformación, en eso coinciden todos, fue de lo más repentina. Un día, sin más, plantó una bandera en el balcón. La colgó con nocturnidad, presumiblemente de madrugada, y allí se la encontraron sus vecinos, al salir de casa por la mañana. La rojigualda del 4ºC.