Entre el 2000 y el 2001, Sony Corporation, a través de Columbia Pictures, estrenó una serie de largometrajes bastante malos. Películas que, sin embargo, promocionó con mucho oropel, incluido avances poco honestos y críticas ficticias, como las de un tal David Manning, un tipo que ni siquiera existía. Incluso se usaron empleados que aparentaban ser aficionados a tales películas en televisión. Sony llegó a un acuerdo extrajudicial para reembolsar cinco dólares a cualquier persona que hubiese visto las siguientes películas:
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