La felicidad debe ser algo parecido a estar un martes de verano a las seis de la tarde tumbada boca abajo en una colchoneta hinchable, en un río abrazado por árboles que tapan el sol y enfrían el agua. Y tener veinte años, que es más o menos la edad que debe tener la chica durmiente que protagoniza esta escena de paraíso terrenal.
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