Alexandre Callet, el propietario del restaurante parisino Les Ecuries de Richelieu, se ha tomado aquello del derecho de admisión muy a pecho y, mientras permite la entrada a los perros, ha prohibido nada más y nada menos que el acceso de banqueros a su establecimiento de lujo. ¿El motivo? Afirma que le han tratado “como un perro“. Amor, con amor se paga.
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