La zarina Catalina II de Rusia tenía una tía solterona muy particular. Se trataba de la quisquillosa princesa Sophie-Christiane de Anhalt-Zerbt, que vivía en una pajarera. La fea y deformada princesa adoptaba aves heridas y las cuidaba hasta que se curaban, según contó la emperatriz rusa en sus Memorias. Junto a ella vivían, según contó catalina, un tordo con una sola pata, una alondra con un ala rota, un jilguero tuerto, un pollo con media cabeza, un ruiseñor hemipléjico, un loro sin patas y otras decenas de pájaros.
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