La leyenda dice así: una abuela queda al cuidado de sus cinco nietos. El fantasma culinario toma el control sus manos y se propone conquistar el exquisito y quisquilloso paladar de la prole. Honra a sus antepasados con cada papa que pela, hierve y hace puré con cariño. Tras un breve amasado, una pizca de picardía y dos cucharadas de coraje (cocinar y comandar una tropa de cinco no es asunto para tomarse a la ligera), da forma a la masa.
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