Dieciocho días antes de la muerte de Franco, este director de una fábrica de piensos tentó a la ciencia. Se ofreció al equipo médico del General para que colocaran en su cabeza el cerebro del dictador. "Lo hice porque era un hombre irrepetible, sin el cual yo sabía que este país se iba a pique. Quería que mi cuerpo sirviese como vehículo del suyo". La misiva con su propuesta fue contestada por el secretario particular de Franco y hermano de Carmen Polo.
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