La señal de bienvenida es una estructura vertical que se alza en un pequeño montículo de hierba, un obelisco de plástico verde ligeramente sucio que reza “Perlora, ciudad de vacaciones”. Aunque ahora esté completamente abandonada, la ciudad sigue dejando entrever el esplendor que una vez llegó a tener. Hasta 300 chalets de variadas tipologías (modernas y tradicionales, como ocurre con las viviendas en forma de hórreos) se extienden a través de las más de 30 hectáreas que constituyen este privilegiado terreno situado junto al mar.
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