En Estados Unidos, ofrecer a los condenados a muerte una última voluntad en forma de comida es una extraña tradición, un momento de gracia antes de la ejecución, en aquellos estados en los que todavía se contempla la pena de muerte.Desde que en 1976 se reinstaurara la pena capital en EEUU, 16 mujeres han sido ejecutadas. Muchas de ellas declinaron esta última comida, bien porque eligieron el menú habitual de la prisión o porque optaron por comidas frugales. Sin embargo, las ocho restantes tienen algo en común: todas pidieron ensalada o verduras
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