Hubo un tiempo que viajar en avión tenía glamour y podías decir con sonrisa en la boca: “muy bien el vuelo….¡cenamos y todo!” Un acontecimiento en la vida de un ser humano. Pero llegaron las low cost y con ellas la segunda rebelión de las masas. El número de comensales aéreos creció de forma inversamente proporcional a la calidad de su oferta culinaria, y lo que en tiempos fue comida, se convirtió en rancho; en una suerte de precocinado, liofilizado y recalentado condumio.
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